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El "globo" de Donald Trump en la 4ª Marcha Anual de Mujeres de Los Ángeles. Foto de Sarah Morris/Getty Images.
El "globo" de Donald Trump en la 4ª Marcha Anual de Mujeres de Los Ángeles. Foto de Sarah Morris/Getty Images.

La marcha de las Mujeres 2020: ¿Un feminismo de ‘celebrities’ blancas?

El 'impeachment' contra Trump, el cambio climático y la lucha por los derechos reproductivos centraron la cuarta edición de esta marcha no exenta de polémica.

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No se puede ser demócrata sin ser feminista; sin embargo, la marcha anual de las mujeres, celebrada el pasado sábado en más de 180 ciudades de los Estados Unidos, puso de relevancia las tensiones internas de un movimiento que lo mismo clama contra las políticas anti-inmigratorias de Trump que deja fuera de juego a las minorías racializadas. 

Al menos eso fue, según reporta NBC, lo que ocurrió en la marcha de Los Angeles, con una clamorosa ausencia, la de Black Lives Matter, el colectivo que puso en el punto de mira la violencia policial contra los afroamericanos en el país y que fue invitado a participar, sí, pero no como orador. 

“Tal vez deberían cambiar el nombre al de la Marcha de las Mujeres Blancas”, posteó BLM en Twitter. 

En tanto la ACLU del Sur de California y la actriz y escritora June Diane Raphael, oradora programada, se retiraron del evento en solidaridad con la organización y la poca de representatividad de las personas racializadas, algo que según la fundadora de BLM, Melina Abdullah, sucedió también en las manifestaciones de Chicago, Houston y Washington. Aunque, de acuerdo a la organización de La Marcha de las Mujeres, el objetivo de este año era destacar colectivos e individuos “que tienen  la misión de animar a la gente a votar”.

Como la esposa del gobernador de California, Jennifer Siebel, quien tomó la palabra para calificar a Trump de “depredador en jefe”, arengando a las multitudes a cambiar las tornas en las elecciones y celebró algunas victorias de las mujeres en estos últimos años, como la creación del movimiento #MeToo .

Si bien medios como NYT se hacían eco de cómo esta multitudinaria protesta -algo menos que en años anteriores- que lleva organizándose desde que Donald Trump se alzó con la presidencia de los Estados Unidos, en enero de 2017, parecía haber vuelto al punto de origen

Las críticas al presidente exigiendo su destitución y las bromas y burlas contra él abundaban entre los reclamos del resto de pancartas, centrados estos en los derechos reproductivos, la inmigración y el cambio climático, convirtiendo al republicano en protagonista de la jornada. 

Por ello, tal vez, la Administración Nacional de Archivos y Registros decidió amañanar una fotografía de la Marcha de las Mujeres de 2017 desdibujando las referencias poco "amigables" con presidente, motivo por el que tuvieron que pedir disculpas.

"Todo se trata de Donald Trump", dijo a NYT Laurie Kaczanowska, de 66 años, una fiscal criminal retirada que acudió a la marcha de Washington desde Pensilvania. 

“Esta marcha trata de los muchos problemas que enfrentan las mujeres y las familias, de modo que el cambio climático, por supuesto, está al frente. Pero aquí y ahora tenemos que prestar atención a la protección de la democracia. Porque creo que eso está en peligro".

Las acusaciones de abusos sexuales de Trump que no han encontrado castigo, así como su política neoliberal que se ceba con las minorías y los pobres son inseparables de las protestas, aunque haya quien como la columnista del New York Post, Miranda Devine, se sienta más “ofendida” por los sombreros en forma de coño que lucían las manifestantes o el vocabulario empleado en sus canciones de protesta que por la misoginia pública del presidente:

“¿Quiénes se creen estas enojadas feministas con sus vulgaridades y vaginas de caricaturas? ¿Hombres?”, escribía Devine.

Mientras decenas de miles de personas salían a la calle clamando justicia social, la politización interesada de este tipo de eventos y el feo vicio de apuntar con el dedo y reducirlo todo a un feminismo de postal ponen de relevancia que se necesita una conversación más profunda y mayor unión entre los colectivos amenazados por el neoliberalismo patriarcal que recibimos cual lluvia dorada desde las altas esferas.