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Las drogas y el regocijo con el mal ajeno

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Los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, y César Gaviria, de Colombia, participan hoy, 11 de febrero de 2009, en una reuniÛn de la ComisiÛn Latinoamericana sobre Drogas y Democracia que se lleva a cabo en Rio de Janeiro (Brasil).

En NewspaperTree.com, un sitio web de El Paso, Texas, el novelista Sergio Troncoso, llamó la atención a cómo la aspiración de Michael Phelps de una pipa de cristal, la admisión de Whoopi Goldberg de haber fumado yerba (defendiendo a Phelps), y las bromas sobre los cigarrillos de marihuana de Jon Stewart del programa por cable The Daily Show, son sintomáticas de la hipocresía.

Gran parte de la población tolera el uso recreativo de la marihuana. Los Estados Unidos tiene uno de los más altos porcentajes de fumadores de marihuana en todo el mundo. No obstante, fingimos no saber nada sobre la forma en que el producto llega al mercado. Ése es problema ajeno, no es nuestro problema. Troncoso opina que estamos “regocijándonos con el mal que sufre México”, derivando placer de su predicamento.

    La guerra violenta entre los carteles de narcóticos en México es como una guerra civil. La guerra la hacen uno contra el otro (para participación en el mercado) y contra tropas federales y autoridades locales cuando los narcotraficantes no logran corromperlos. El mercado estadounidense es la concesión que los carteles se pelean.

    Pero recientemente, se oyó un susurro del consejo municipal de El Paso que instaba a los legisladores a considerar el lado de la demanda en el comercio de las drogas. El uso ilícito de los narcóticos, cannabis y confecciones químicas son el impulso a la violencia por motivo del margen extraordinario entre el costo del producto y el precio que pagan los consumidores.

    El seis de enero, el consejo municipal de El Paso aprobó una resolución titulado un llamado al razonamiento. Representante estatal Beto O’Rourke, como miembro de un comité, añadió una enmienda a la medida propuesta al pedir, sencillamente, “un debate nacional honesto y abierto sobre acabar con la prohibición de los narcóticos”.

    El alcalde John Cook vetó la medida, y con el tiempo el voto del consejo municipal se estancó cuatro a cuatro en cuanto a anular al veto del alcalde.

    Me dijo O’Rourke en un correo electrónico que “la estrategia tradicional no está surgiendo efecto, y somos testigos de ello”. Dijo, “Me preocupa mucho que muy pocos a nivel nacional quieren considerar el lado de la demanda de esta ecuasión – que estamos financiando a estos carteles con nuestra demanda por las drogas. Tenemos que dar cara a nuestra contribución al problema y decidir cuál va a ser nuestra solución.  Eso fue todo lo que pedíamos”.

    Tal vez El Paso está a la vanguardia del cambio, un reflejo de la manera en que otros están cuestionando la hipocresía que subyace a la política estadounidense sobre el abuso de las drogas. Por otro lado, los pesos pesados latinoamericanos se están registrando del lado de los disidentes en El Paso.

    La Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia publicó su informe el 11 de febrero en Rio de Janeiro pidiendo “un cambio de paradigma” en cuando a las políticas prohibicionistas contra las drogas. El grupo fue formado originalmente por expresidentes Fernando Henrique Cardoso (Brasil), César Gaviria (Colombia) y Ernesto Zedillo (México).

    Razonan que estamos más distantes que nunca de la erradicación del uso ilícito de las drogas. Van empeorando la violencia y el crimen organizado en el comercio de los narcóticos, cannabis y químicos de alteración mental. Estos son los indicadores claves de una campaña fracasada. Hay que rectificar ese viejo enfoque.

    Después de 30 años de guerra contra el abuso de drogas, ¿estamos preparados a volver a considerar el uso y la adicción desde una perspectiva de salud pública, en la que los adictos y los consumidores reciben tratamiento y se elimina la ganancia de las ventas ilegales?

    La carga quedará, por último, con los Estados Unidos, y si tiene la capacidad de cambiar. Eso sí que es digno de discusión y debate. Si no levantamos los tabúes y sacamos a la luz los intereses fracasados y arraigados que proponen seguir con el enfoque fracasado, no sólo resulta ser un desperdicio y peligroso, sino que también perjudica a la democracia por la manera en que los carteles de drogas y el dinero de las drogas corrompen a la democracia.

    Me pareció interesante que, así como Troncoso en El Paso, entre los 17 miembros de la comisión latinoamericana que considera los temas de la democracia y las drogas se encuentran los novelistas eminentes Paulo Coehlo y Mario Vargas Llosa.

    La razón por su participación podrá tener algo que ver con lo que la escritora Flannery O’Connor dijera alguna vez: “Siempre me irrita tremendamente la gente que implica que el escribir ficción es una fuga de la realidad. Es un sumirse en la realidad y resulta ser muy chocante para el sistema”.

   [José de la Isla, autor de The Rise of Hispanic Political Power (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: [email protected]].

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