"Riqueza y longevidad: ¿Por qué los estadounidenses más ricos mueren antes que los europeos más pobres?"​

Un reciente estudio publicado en The New England Journal of Medicine por investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown ha revelado una paradoja inquietante: los estadounidenses, incluso los más acaudalados, presentan tasas de supervivencia inferiores a las de los europeos, independientemente del nivel de riqueza .​

El análisis, que abarcó datos de más de 73,000 adultos entre 2010 y 2022, comparó la mortalidad en Estados Unidos y 16 países europeos. Los resultados mostraron que, aunque la riqueza se asocia generalmente con una mayor esperanza de vida, esta relación es más pronunciada en Europa. Sorprendentemente, los estadounidenses más ricos tienen tasas de supervivencia comparables a las de los europeos más pobres .​

Este fenómeno se atribuye a múltiples factores. En Estados Unidos, la desigualdad económica es más marcada, lo que se traduce en diferencias significativas en el acceso a servicios de salud de calidad, educación y condiciones de vida saludables. Además, factores como el estrés crónico, la dieta poco saludable, la violencia armada y la falta de cohesión social contribuyen a una menor esperanza de vida .​

En contraste, muchos países europeos cuentan con sistemas de salud universales, políticas sociales más equitativas y una mayor inversión en determinantes sociales de la salud, como la educación y el bienestar comunitario. Estas diferencias estructurales permiten que incluso los ciudadanos con menores ingresos en Europa tengan una esperanza de vida superior a la de los estadounidenses más acomodados.

Este estudio pone de manifiesto que la riqueza individual no garantiza una vida más larga si no está respaldada por un entorno social y político que promueva la equidad y el bienestar colectivo. La salud pública no depende únicamente de los recursos económicos personales, sino de políticas integrales que aborden las desigualdades y fomenten condiciones de vida saludables para toda la población.​

En conclusión, para mejorar la esperanza de vida en Estados Unidos, es imperativo adoptar enfoques que reduzcan la desigualdad y fortalezcan los sistemas de apoyo social, siguiendo el ejemplo de las políticas europeas que han demostrado ser más efectivas en la promoción de la salud y la longevidad.​