
Cortando la Obsesión: La Nueva Frontera de la Cirugía Psiquiátrica
Algunos pacientes que no han tolerado los tratamientos convencionales se someten a una neurocirugía psiquiátrica, la cual es irreversible
Cirugía psiquiátrica en el TOC: Una esperanza extrema para quienes no encuentran alivio
Por Alejandra Legarda Rosero.
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es mucho más que manías o rutinas peculiares: para quienes lo padecen en su forma severa, representa un sufrimiento diario que puede llegar a paralizar la vida. Aunque los tratamientos convencionales —como la terapia cognitivo-conductual y los fármacos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)— ofrecen mejoras significativas para la mayoría, existe un pequeño porcentaje de pacientes resistentes que no logran respuesta con ninguna terapia estándar. Para ellos, la neurocirugía psiquiátrica emerge como una opción extrema, pero legítima.
En los últimos años, centros médicos como el Massachusetts General Hospital y la Cleveland Clinic han reportado avances en procedimientos quirúrgicos dirigidos al TOC refractario. Una de las técnicas más utilizadas es la cingulotomía anterior, en la que se crean pequeñas lesiones en zonas específicas del cerebro (como la corteza cingulada) para interrumpir circuitos neuronales disfuncionales asociados a la ansiedad patológica.
Según publicaciones recientes en revistas como Neurosurgery y Biological Psychiatry, entre un 50% y 60% de los pacientes sometidos a cingulotomía o capsulotomía anterior experimentan mejoras significativas en sus síntomas al cabo de un año. Estos resultados, aunque esperanzadores, deben entenderse con cautela: la neurocirugía psiquiátrica es irreversible, implica riesgos —como alteraciones cognitivas leves o cambios de personalidad— y solo se recomienda tras agotar todas las alternativas terapéuticas.
A diferencia de procedimientos como la estimulación cerebral profunda (DBS, por sus siglas en inglés), que es ajustable y reversible, la cirugía lesional implica una modificación permanente del tejido cerebral. Por eso, los protocolos actuales exigen evaluaciones psiquiátricas rigurosas, períodos de tratamiento intensivo previos y consentimiento informado estricto antes de considerar a un paciente como candidato.
Expertos como la doctora Sameer Sheth, neurocirujano en Baylor College of Medicine, subrayan que “la cirugía debe ser el último recurso en un largo camino de tratamiento”, pero también reconocen que puede ser transformadora en casos de sufrimiento extremo.
Hoy, la investigación sigue perfeccionando las técnicas para maximizar los beneficios y reducir los riesgos. Se exploran métodos menos invasivos, como la neurocirugía guiada por ultrasonido focal, que podría ofrecer en el futuro opciones más seguras para quienes enfrentan el drama silencioso del TOC severo.
La neurocirugía psiquiátrica representa, así, una frontera delicada entre la esperanza y la ética, entre la ciencia y el compromiso de ofrecer alivio a quienes han agotado todas las puertas de salida.
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