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El peso muerto de Trump

El peso muerto de Trump | OP-ED

Con sus candidatos perdiendo de forma generalizada durante las elecciones de medio término del 2022, el expresidente está arrastrando al Partido Republicano

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Las elecciones intermedias del 2022 fueron el ciclo electoral que finalmente podría poner al expresidente Donald Trump fuera de la política para siempre.

Sí, él anunciará su carrera por la nominación presidencial republicana en el 2024, pero no ganará si el partido tiene algo que decir al respecto.

¿Por qué? Fuera de Florida, la carrera al Senado de Ohio, la carrera a gobernador de Nevada y algunas otras contiendas, los candidatos respaldados por Trump que compiten en las elecciones generales cayeron ante su competencia demócrata por una combinación de votantes demócratas —muchos de ellos jóvenes— y republicanos moderados hartos de la horrible retórica del expresidente.

Es una retórica que sigue sembrando dudas en los procesos electorales del país, erosionando su democracia, acercándose públicamente a la supremacía blanca y a las células fascistas y, lo más importante para las elecciones de mitad de mandato del 2022, haciendo retroceder 50 años los derechos de las mujeres con la anulación por parte del Tribunal Supremo del caso Roe vs. Wade, que anuló las protecciones federales para el aborto.

Mientras que ese bagaje ligado a Trump parecía una gran fortaleza en junio, cuando los republicanos celebraron su golpe contra Roe —dirigido por tres nuevos jueces nombrados por el expresidente—, tras las elecciones de mitad de mandato del 2022, ese mismo bagaje no es más que un peso muerto para el Partido Republicano.

El 2022 no fue normal

Para entender el colosal fracaso que fue el Partido Republicano durante las elecciones intermedias del 2022, no hay que mirar más allá de cualquier elección de mitad de periodo que se remonte a aquellas durante el primer mandato del expresidente George W. Bush. Esa fue la última vez que el partido de un presidente ganó o mantuvo una ventaja en ambas cámaras del Congreso después de dichas elecciones.

Desde entonces, lo común ha sido ver al partido del presidente perder al menos una cámara del Congreso en las elecciones de mitad de periodo. Algunos ejemplos dramáticos recientes incluyen la segunda mitad del primer mandato del expresidente Barack Obama, que vio cómo los demócratas perdían 63 escaños en la Cámara de Representantes y permitían que fuera volteada por los republicanos.

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Después de esas elecciones, Obama nunca tuvo un Congreso unificado mientras fue presidente —otros cinco años—, lo que obstaculizó gran parte del resto de su programa progresista, que no pudo aprobar en sus dos primeros años como presidente.

El otro gran vuelco que se produjo en los últimos tiempos fue en las elecciones intermedias del 2018 a favor del expresidente republicano Donald Trump, que perdió 40 escaños también en la Cámara de Representantes, permitiendo a los republicanos obstaculizar sus políticas extremistas.

La narrativa decía mucho de lo mismo de cara a las elecciones intermedias del 2022, con la baja popularidad del presidente Joe Biden en temas como la inflación y la seguridad pública, arrastrando a los candidatos demócratas de todo el país. Serían barridos por una “ola roja” promovida por los republicanos.

El temple democrático

Eso no fue lo que sucedió.

Los republicanos no solo perdieron un escaño en el Senado gracias a la victoria de John Fetterman sobre el Dr. Mehmet Oz, respaldado por Trump, sino que también es probable que pierdan terreno, ya que el senador demócrata de Georgia Raphael Warnock parece estar preparado para derrotar a Hershel Walker, respaldado por Trump, en una segunda vuelta (los resultados están por determinarse). También hay que mencionar que la titular demócrata latina Catherine Cortez Masto venció al aspirante Adam Laxalt, apoyado por Trump, en lo que se creía que era una victoria segura para los republicanos en Nevada.

En la Cámara de Representantes, los republicanos ganaron terreno, pero está por determinarse si le darán la vuelta. Si lo hacen, será solo por entre dos y seis escaños. Antes de las elecciones, los republicanos y algunos analistas no tan favorables a la derecha pronosticaban hasta 60 escaños cambiados. En cambio, fueron los demócratas los que mostraron el temple para mantener sus escaños y voltear otros.

Como en el caso de Pensilvania y Nevada, los candidatos apoyados por Trump perdieron en todos los casos frente a los aspirantes demócratas. Añada Arizona, Oregón y Ohio (en la Cámara de Representantes) a la lista. Incluso en Florida, que fue el lugar de la única ‘ola roja’ del país, Trump atacó a la principal chispa de ese movimiento en el gobernador Ron DeSantis. Ambos se enfrentarán seguramente en las primarias republicanas a la presidencia.

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