Elon Musk and Donald Trump
La salida de Musk del Gobierno estaba anunciada desde hacía varios meses. Nadie esperaba que fuera así (montaje fotográfico de AFP).

Musk contra Trump: Crónica de una guerra anunciada

La ruptura entre los dos hombres más poderosos de la actual administración era previsible, pero no hasta el punto que ha llegado. Estas son las causas.

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Cuando dos de las figuras más excéntricas y poderosas de Estados Unidos deciden aliarse, lo improbable no es que se peleen, sino que hayan durado cuatro meses sin hacerlo. Donald Trump y Elon Musk compartían una visión de eficiencia estatal, desregulación agresiva y confrontación permanente. Pero sobre todo compartían algo más explosivo: el ego.

Durante casi un año, uno gobernó desde la Casa Blanca y el otro desde X, la plataforma que convirtió en su centro de operaciones ideológicas. Se respaldaron mutuamente, compartieron escenario, impulsaron recortes históricos y jugaron a redibujar el poder. Pero el frágil equilibrio entre el músculo político de Trump y la influencia tecnológica de Musk estalló esta semana en una guerra abierta con acusaciones personales, amenazas económicas y consecuencias que podrían reconfigurar profundamente al trumpismo.

Una alianza más que política

Hasta hace pocos días, Musk era una figura central en la administración Trump. Tras aportar cerca de 280 millones de dólares a la campaña de 2024 y promover activamente al presidente en su plataforma X, fue nombrado jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), con la misión de recortar el gasto público y modernizar la burocracia federal.

Durante su gestión, Musk afirmó haber generado ahorros por más de 175.000 millones de dólares, aunque esa cifra no ha sido verificada de forma independiente. Asistía regularmente al Despacho Oval, fue entrevistado junto a Trump en Fox News y era considerado una de las voces más influyentes del gabinete extendido. En palabras de la BBC, “hasta hace una semana, [era] administrador del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de EE.UU.”.

Sin embargo, la relación comenzó a desgastarse. Musk había anunciado días atrás su salida del gobierno, argumentando que al involucrarse en política había afectado el desempeño de sus empresas, especialmente Tesla, cuyas acciones venían cayendo con fuerza. Pero el detonante final fue el proyecto de ley presupuestario impulsado por Trump.

La “Big, Beautiful Bill”

Trump venía promoviendo su propuesta estrella: una masiva iniciativa fiscal que combinaba recortes de impuestos con mayor gasto en defensa y control migratorio. Musk la calificó de forma lapidaria como una “abominación repugnante” y alertó que “engrosará aún más la ya elevada deuda que soportan las arcas públicas estadounidenses”, según reportó la BBC.

El empresario acusó además al gobierno de mantener subsidios a los combustibles fósiles mientras se eliminaban beneficios a los vehículos eléctricos y la energía solar. “Mantén en el proyecto de ley los recortes a los incentivos para vehículos eléctricos y energía solar, aunque no toques los subsidios al petróleo y el gas (¡muy injusto!), pero elimina la MONTAÑA de GASTOS LLENOS DE AMIGUISMO del proyecto de ley”, escribió Musk en X.

Trump respondió con dureza. En su red Truth Social escribió: “La manera más fácil de ahorrar miles de millones de dólares en nuestro presupuesto es cancelar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon”, según recogió AFP. También lo acusó de estar molesto porque le quitó el mandato de compra de vehículos eléctricos, afirmando: “Elon estaba ‘agotándose’, le pedí que se fuera, le quité el mandato de vehículos eléctricos […] y simplemente se volvió loco”.

De lo político a lo personal

La escalada tomó velocidad de crucero en muy corto tiempo. Apenas el viernes pasado, Trump le hizo un pequeño homenaje en la Casa Blanca entregándole a Musk las llaves del hogar presidencial. Pero Musk respondió con una serie de mensajes que combinaron ironía, desafío y golpes bajos. “Sin mí, Trump habría perdido las elecciones, los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos tendrían 51-49 en el Senado”, escribió Musk en X. Y concluyó: “Vaya ingratitud”.

En otro momento, lanzó una de las acusaciones más explosivas de todo el episodio. “Es hora de lanzar la bomba: @realDonaldTrump aparece en los archivos Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos. ¡Que tengas un buen día, DJT!”, escribió Musk, según CNN. La Casa Blanca calificó estas afirmaciones de “lamentables”.

Trump, por su parte, no se quedó atrás. Ridiculizó a Musk por no haber maquillado un moretón durante su última visita al Despacho Oval (producto, según el empresario, de un golpe de su hijo pequeño) y lo acusó de padecer el “síndrome de trastorno de Trump”, una expresión que suele usar para referirse a excolaboradores que se vuelven críticos tras salir del gobierno.

Consecuencias reales

Pero esta pelea no es un juego de niños grandes y sí, en cambio, tiene ramificaciones importantes. Las acciones de Tesla cayeron más de 10% el día de la disputa. La de Trump Media, empresa matriz de Truth Social, también sufrió una caída significativa.

Musk amenazó con desmantelar la nave espacial Dragon, utilizada por la NASA para transportar astronautas y suministros a la Estación Espacial Internacional. Aunque luego se retractó (“Vale, no desmantelaremos la Dragon”, escribió en X), el episodio dejó en evidencia la dependencia estratégica del Estado estadounidense respecto a las compañías del magnate.

SpaceX y Starlink, ambas bajo control de Musk, tienen contratos activos con el Departamento de Defensa, algunos de ellos clasificados. Y el propio Musk posee autorización de seguridad federal, lo que ha generado inquietudes entre funcionarios del Pentágono, según destacó la BBC.

En el plano político, el enfrentamiento podría fracturar el ecosistema del “tech right”, un bloque de empresarios de Silicon Valley que habían comenzado a alinearse con la visión trumpista. También deja al presidente sin uno de sus principales canales de comunicación informal, justo cuando el Congreso evalúa la aprobación final de su proyecto de ley.

Y no sobre resaltar que alguna parte del electorado se debe estar preguntando en manos de quién está el país ahora mismo.

¿Divorcio definitivo?

Pese a la virulencia de los ataques, algunos aliados intentaron mediar. El inversionista Bill Ackman escribió en X: “Apoyo a @realDonaldTrump y a @elonmusk y deberían hacer las paces por el bien de nuestro gran país”. Musk respondió: “You’re not wrong”.

Otros, sin embargo, creen que el daño ya está hecho. Según reportó CNN, una fuente cercana al entorno de ambos definió la situación como “un divorcio” y agregó: “Pensé que tal vez en agosto”.

En medio del caos, Musk deslizó la posibilidad de crear un nuevo partido político y compartió publicaciones que pedían el juicio político de Trump. El presidente, por su parte, parece decidido a cortar todos los lazos. “Siempre me sorprendió que Biden no cancelara esos subsidios”, escribió en Truth Social, según AFP.

Epílogo en clave de personalidad

Trump y Musk no son personas del común. La suya fue una alianza entre dos personajes excepcionales —en poder, visibilidad y excentricidad— que no encajan en los moldes tradicionales del poder. Lo que en otras administraciones se resolvería en reuniones privadas, en esta se ventila en tiempo real ante millones de seguidores.

No se trató solo de una diferencia sobre una ley fiscal. Fue un choque de egos, de estilos y de visiones sobre el poder. Una guerra anunciada, sí. Pero no por eso menos peligrosa.