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El presidente estadounidense Donald Trumpreza frente al Muro de las Lamentaciones durante su visita a Jerusalén, Israel. EFE/Ronen Zvulun 
El presidente estadounidense Donald Trumpreza frente al Muro de las Lamentaciones durante su visita a Jerusalén, Israel. EFE/Ronen Zvulun 

Tres templos y un peregrino: las incongruencias del viaje del Presidente Trump

El primer viaje como Presidente de Los Estados Unidos de Donald Trump ha iniciado con una peregrinación por los lugares más importantes para los tres pilares…

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La historia política mundial nos ha demostrado que no todos los mandatarios – escogidos o no por sus conciudadanos – son dignos colegas del Emperador Claudio (léase cultos, estrategas, brillantes gobernantes y queridos por su pueblo), pero también nos ha enseñado que un mínimo de cultura y tacto es fundamental para el manejo estratégico de las relaciones políticas.

Este no pareciera ser el caso del presidente estadounidense actual, a pesar de sus esfuerzos durante su primer viaje oficial al extranjero.

El Presidente Trump planificó siete destinos puntuales en su viaje, cuya agenda no termina de convencer a los más críticos. Su primer aterrizaje: Riad, la capital de Arabia Saudita.

En vez de escoger destinos más próximos – como ha hecho la mayoría de los Presidentes desde Ronald Reagan – Trump decidió hacer un peregrinaje por los centros religiosos más importantes para las tres fes que manejan el mundo: el Islam, el Cristianismo y el Judaísmo.

Un chivo expiatorio predilecto

Desde que Donald Trump cuestionara públicamente el lugar de nacimiento y la creencia religiosa del entonces presidente Barack Obama, no ha dejado de embestir contra el Islam, sin reparo alguno en hacer saber su descontento.

Durante el año 2015, según la línea de tiempo recopilada por el Washington Post, Trump pasó de evadir preguntas sobre su postura frente al Islam a considerar abiertamente cerrar las mezquitas en el país: “detestaría hacerlo, pero es algo que tendríamos que considerar fuertemente porque algunas de las ideas y el odio – el odio absoluto – vienen de estas áreas”, aseguró en una entrevista con MSNBC después de los ataques terroristas en París.

Asimismo, el candidato prosiguió a considerar crear una base de datos de todos los musulmanes en Los Estados Unidos, frente a medios como Yahoo y NBC News.

Comentarios como “no somos amados por muchos musulmanes” o “el asunto con los terroristas es que debes sacar a sus familias”, ponían el acento en un discurso absolutamente ignorante de la realidad del Islam que ni siquiera contemplaba la posibilidad de que un grupo extremista no representara la totalidad de una religión que suma el 24% de la población mundial.

Al mismo tiempo que avanzaba su campaña, su retórica anti-islamista crecía, prometiendo la prohibición de entrada al país de personas musulmanas una vez en el poder. Y, para sorpresa de todos, cumplió su promesa.

El 6 de marzo del 2017, Trump introdujo un veto migratorio a ciudadanos provenientes de seis países de mayoría musulmana, que fue posteriormente rebatido en las cortes.

La orden ejecutiva 13769 suspendía la entrada de ciudadanos provenientes de países como Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Syria y Yemen, y suspendía el Programa de Admisión de Refugiados por 120 días.

Si bien la orden consiguió múltiples obstáculos por parte de la comunidad judicial y de la población en general, el Presidente estaba siendo consecuente con su campaña.

¿Durmiendo con el enemigo?

Pero para sorpresa de todos, el primer destino internacional de Donald Trump como Presidente de Los Estados Unidos fue la cuna del Islam: Arabia Saudita, un país que no se encontraba en la lista de vetados por su administración.

La pregunta se plantea sola: ¿Por qué un país que dio origen a 15 de los 19 atacantes durante el 11-S no fue vetado sino se transformó en el primer destino del Presidente?

Si bien el Reino de Arabia Saudita se comprometió después de los ataques a revisar sus políticas de odio en el 2008 – sobretodo sus textos que incitaban al rechazo hacia los cristianos y judíos – tres años después, un reporte del Centro Internacional de Religión y Diplomacia determinó que los textos escolares de Arabia Saudita seguían promoviendo la violencia.

Hasta la actualidad, y de acuerdo con el Instituto de Asuntos del Golfo, el asunto permanece igual.

Un reportaje del Huffington Post detalla que los libros educativos repartidos alrededor del mundo a los estudiantes sauditas incluyen descripciones de judíos y cristianos como “las peores criaturas que deben quemarse en el infierno” y que “la diseminación del Islam a través del jihad (Guerra Santa) es un deber religioso”.

Entonces, ¿Por qué el Presidente decide visitar Arabia Saudita antes que a ningún otro país?

Siendo radicalmente objetivos, el viaje podría implicar un acto de buena Fe y de reivindicación con un pueblo a quien transformó en el chivo expiatorio de su discurso, pero la incongruencia en la transformación de sus posturas plantea muchas dudas.

El acuerdo político con el Rey Salman es una alianza entre América y los autócratas suníes del mundo árabe, en contra de la fuerza chiíta de Irán. Para Trump esta es una “lucha entre el bien y el mal” e insistió en el “aislamiento” de Irán como estrategia para vencer el financiamiento del terrorismo.

El discurso escrito por Stephen Miller para el Presidente, intentaba respaldar su buena conducta y subirle el tono a su discurso de respeto y comprensión entre dos naciones que representan a dos pueblos ideológicamente opuestos.

A pesar del noble esfuerzo, la estrategia económica detrás de su discurso estaba planteada desde el refuerzo armamentista a una zona devastada por el exceso de violencia.

La estrategia del Presidente norteamericano fue un acuerdo de 110 mil millones de dólares en armas para la meca de los grupos religiosos armados.

A handout photo made available by the Saudi Press Agency (SPA) shows US President Donald J. Trump (R), US First Lady Melania Trump (R-2), King Salman bin Abdulaziz al-Saud of Saudi Arabia (C) and Egyptian President Abdel Fattah al-Sisi (L) opening the World Center for Countering Extremist Thought in Riyadh, Saudi Arabia, 21 May 2017.
Abriendo caminos

Tras cerrar el acuerdo económico por armas más grande en la historia de Los Estados Unidos, el presidente Trump tomó un vuelo desde Riad hacia Tel Aviv, un trayecto entre dos naciones que no poseen relaciones diplomáticas. “Espero que algún día un Primer Ministro israelí pueda viajar desde Tel Aviv hacia Riad”, dijo el actual mandatario Benjamin Netanyahu, según reportó ABC News.

El breve paso por Israel estuvo plagado de errores tipográficos por parte del departamento de comunicaciones del Presidente Trump, que no fueron pasados por alto en la nación (como la confusión con el nombre del memorial a las víctimas del Holocausto), así como su brevísima nota en el libro de visitas, que muchos compararon con el texto escrito por Barack Obama en su momento.

Asimismo el mandatario tuvo una breve confusión geográfica cuando aseguró que “acabamos de regresar del Medio Oriente”, haciendo referencia a su viaje desde Arabia Saudita hacia Israel, sin darse cuenta que el Medio Oriente no sólo pertenece a los Países Árabes, según reportó el Times of Israel.

Pero su presencia en Jerusalén fue sumamente simbólica, pues las relaciones con la nación se habrían visto debilitadas ante la distancia tomada por el Presidente Barack Obama y su acuerdo nuclear con Irán.

Asimismo, el Presidente Trump se reunió con la autoridad palestina, Mahmoud Abbas, haciendo eco de su misión de unificar las partes enfrentadas y traer la “paz”.

Cartas de visita al memorial del Holocausto: Presidente Donald Trump (i), Presidente Barack Obama (d) http://www.esquire.com/ 
Al Papa lo que es del Papa

Habiendo corrido el riesgo de no reunirse con el Papa Francisco, los asesores del presidente solicitaron una reunión con el Sumo Pontífice en último minuto, después de esperar una invitación que, según protocolo, nunca llegaría. “No habían recibido invitación alguna, y les dije ‘nunca van a recibir una invitación’”, aseguró James Nicholson, embajador en el Vaticano durante la administración de George W. Bush, según reportó el New York Times.

Entre intercambios de regalos, una reunión a solas durante media hora y muchas imágenes incómodas que llenaron las redes sociales, Su Santidad hizo entrega de su encíclica sobre el cambio climático del 2015 y no dudó en discutir temas como salud, educación y asistencia a inmigrantes durante las discusiones con el mandatario estadounidense.

A pesar de las diferencias entre ambos – perspectivas sobre inmigración, cambio climático y acuerdos armamentísticos – tanto el Presidente como el Papa Francisco lograron estar de acuerdo en asuntos referentes al aborto. El informe del Vaticano sobre la reunión entre ambos, aseguraba que ambos “se habrían comprometido a favor de la vida, la libertad de credo y la consciencia”.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump (d), posa junto al papa Francisco durante una audiencia privada celebrada en el Vaticano hoy, 24 de mayo de 2017. EFE/Osservatore Romano
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