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Selina Herrera has used a Google form to sign members of her community up for COVID-19 vaccines. Photo courtesy of Selina Herrera.
Selina Herrera ha utilizado un formulario de Google para inscribir a los miembros de su comunidad en las vacunas COVID-19. Foto por cortesía de Selina Herrera.

La joven latina de 26 años que encuentra vacunas COVID para su comunidad del Valle del Río Grande

Selina Herrera ha utilizado un formulario de Google para inscribir a los miembros de su comunidad en las vacunas COVID-19.

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Selina Herrera, una joven latina residente en Texas, ha ayudado sin ayuda a más de 600 personas a recibir las vacunas COVID-19 en la zona del Valle del Río Grande. 

Su extraordinaria labor comenzó en casa, cuando se dio cuenta de que sus tíos mayores tenían problemas para encontrar citas para las vacunas COVID-19. Pero ayudar a su familia fue sólo el comienzo de su servicialidad vital, especialmente para otras familias latinas de su zona.

Esta joven de 26 años comenzó su andadura como voluntaria tras inscribir a su familia en las citas, ya que es la que más sabe de tecnología. 

Fue entonces cuando se dio cuenta de algo crucial: si su familia latina tenía dificultades para programar las citas para las vacunas, y ella tenía tiempo libre para ayudarles, podía ayudar fácilmente a registrar a otras personas que también estuvieran perdidas. 

Herrera dice que las personas con las que trabaja han tenido dificultades tanto en el registro de vacunas en línea como en los eventos presenciales.

Atiende principalmente a comunidades marginadas, como hablantes nativos de español que se enfrentan a una barrera lingüística, personas mayores y personas con discapacidad. 

"He tenido la suerte de poder llegar a estas citas para ellos, y tengo que agradecer a mis pulgares realmente rápidos y a la supervelocidad de Internet, que sé que mucha gente [no] tiene", dijo.

¿En qué consiste el trabajo? 

Esta milenaria con conocimientos tecnológicos puso en marcha su iniciativa con una herramienta que muchos de nosotros tenemos al alcance de la mano: su iPhone. Utilizando su smartphone, Herrera creó a principios de marzo un formulario de Google para programar las citas. 

El formulario incluye información básica de contacto y de salud, así como la distancia que el solicitante está dispuesto a recorrer para vacunarse. 

A diario, Herrera realiza este trabajo voluntario durante su hora de comer o por la tarde, después de su trabajo a tiempo completo, que consiste en asesorar a los trabajadores sociales que trabajan con clientes inscritos en programas como SNAP o Medicaid. 

Sin embargo, los fines de semana se dedica exclusivamente a facilitar citas a través del formulario de Google. 

La mayoría de sus solicitantes son latinos, ya que constituyen la inmensa mayoría de la población de la zona del Valle del Río Grande, una región en la frontera sur de Texas sobre México. 

Muchos de los solicitantes que Herrera inscribió llegaron a través de personas que ya conocía. A veces un solicitante era inscrito por un familiar que no conocía su iniciativa, y se quedaba sorprendido cuando Herrera le informaba de su nombramiento. 

En varias comunidades marginadas, especialmente entre la gente de color y los discapacitados, tiende a haber una falta de confianza, especialmente cuando se trata de la industria médica y de dar información personal sensible a extraños.

Herrera aprendió esto muy pronto, cuando empezó a ofrecer sus servicios a personas que no la conocían. A menudo tenía que asegurarles que era un miembro de la comunidad digno de confianza y que tenía los conocimientos adecuados para ocuparse de sus citas. 

Gran parte de su trabajo diario consiste en garantizar la confidencialidad de la información privada. Herrera puso una breve biografía en el formulario de Google para demostrar su fiabilidad. 

Los expertos han afirmado que la mejor manera de vacunar a las comunidades "de difícil acceso" es a través de fuentes de confianza, lo que puede proteger a la gente de posibles estafadores.

¿Por qué es tan difícil encontrar citas?

Las comunidades latinas se han enfrentado a muchos obstáculos cuando se trata de la accesibilidad a las vacunas, lo que ha provocado una gran disparidad en los grupos que reciben sus dosis, según un informe publicado el mes pasado por The New York Times. 

"Hay un acceso limitado a las herramientas digitales necesarias para conseguir una cita, por ejemplo, especialmente entre aquellos que son mayores y viven en comunidades de inmigrantes", decía el informe. 

Aquí es donde brillan los recursos alternativos. Los defensores de la salud, las clínicas comunitarias o un familiar compasivo -como Herrera- desempeñan un papel importante a la hora de llegar a las poblaciones desatendidas. 

La administración de Biden estableció recientemente una iniciativa para dirigir más dosis a las clínicas comunitarias, que históricamente han desempeñado un papel fundamental en el servicio a las comunidades latinas, negras, AAPI y de bajos ingresos. 

Según un análisis de datos federales realizado por la Kaiser Family Foundation, los hispanos representan el 18% de la población estadounidense, pero suponen más de una cuarta parte de las personas de todo el país que han recibido su primera dosis en un centro de salud comunitario. 

¿Cómo ayuda a los solicitantes?

El principal obstáculo al que se enfrentan los residentes del Valle del Río Grande es la limitación de los horarios de las citas. Muchos residentes han estado acudiendo a sitios que ofrecen vacunas por orden de llegada, pero que requieren que la gente haga cola durante horas. 

Lamentablemente, esperar en la fila durante largos períodos de tiempo ni siquiera garantiza que las personas reciban una vacuna ese día. Para añadir más frustración, la gente suele tener que ausentarse del trabajo y utilizar el transporte público, lo que requiere una planificación y un dinero del que algunas personas no disponen. 

Cuando los solicitantes rellenan el formulario de Google de Herrera con sus datos y preferencias, ella busca citas en línea, buscando en sitios de empresas como Walgreens y CVS hasta que encuentra una que coincida con su preferencia de distancia y disponibilidad de tiempo. 

Una vez confirmada la plaza, Herrera les envía un mensaje de texto o les llama, y puede hacerlo en español, lo que a menudo es recibido con un enorme suspiro de alivio.

Los solicitantes a veces ofrecen cosas a Herrera en señal de agradecimiento, pero ella siempre las rechaza, insistiendo en que "no es gran cosa". 

El número de solicitantes viene en oleadas y Herrera no está segura del número concreto de personas que ha registrado. Ha perdido la cuenta después de 440, pero seguro que ya supera los 600.

Aunque no está segura de si esto durará el resto del año, se alegra de seguir haciéndolo mientras pueda. 

"Por cada persona a la que ayudo, hay una persona menos que necesita vacunarse", dice Herrera.

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