
La guerra comercial de Trump deja el primer daño colateral
La contratación en el sector privado se ralentizó a su ritmo más débil desde 2023. El presidente Trump culpó a la Reserva Federal y exigió bajar tasas. Pero...
El presidente de Estados Unidos exige una baja en las tasas de interés tras conocerse el peor dato de contratación privada desde 2023. La economía resiente los efectos de los aranceles, mientras crecen las señales de desaceleración.
El presidente Donald Trump quiere una economía que crezca, genere empleos y le dé argumentos para presumir su estrategia. Pero los datos de mayo dejaron un mensaje inquietante: la contratación en el sector privado fue la más débil desde 2023, con apenas 37.000 nuevos puestos de trabajo, muy por debajo de las expectativas. En abril se habían sumado 60.000 empleos. La cifra, entregada por la firma ADP, fue suficiente para que el mandatario reaccionara con furia contra el presidente de la Reserva Federal.
“’Demasiado tarde’. Powell debe ahora BAJAR LA TASA”, escribió Trump en su red Truth Social, redoblando la presión sobre el banco central que preside Jerome Powell, una entidad independiente por mandato constitucional.
El trasfondo es claro: Trump necesita que la economía mantenga el impulso. Pero, como advirtió la economista en jefe de ADP, Nela Richardson, “la contratación está perdiendo dinamismo” luego de un inicio de año robusto. También el crecimiento salarial fue “poco cambiante” en mayo. La lectura del mes evidencia señales de desaceleración, especialmente en los sectores que más dependen del consumo y de la estabilidad de las cadenas de suministro.
Sectores golpeados y salarios estancados
En el detalle del reporte se observa que algunos sectores como el ocio y la hospitalidad, así como las actividades financieras, todavía mostraron cierto crecimiento. Sin embargo, los sectores productores de bienes —como la minería y la manufactura— sufrieron pérdidas netas de empleo. También hubo retrocesos en actividades clave como comercio, transporte, servicios empresariales, educación y salud.
En cuanto a los ingresos, los trabajadores que conservaron su empleo vieron una variación mínima, con un crecimiento salarial de apenas el 4,5%. Para quienes cambiaron de empleo, el aumento fue mayor, del 7,0%, lo que refleja que el movimiento laboral sigue siendo una vía para mejorar ingresos, pero también muestra que las empresas son más cautas al subir salarios.
El ruido de los aranceles
Este enfriamiento del empleo se produce en medio de una economía que lidia con los efectos de la nueva ola arancelaria impuesta por Trump. Desde su regreso al poder, el presidente ha implementado un arancel general del 10% sobre la mayoría de sus socios comerciales y ha subido tarifas específicas a decenas de países, incluyendo a la Unión Europea. Esas medidas fueron pausadas hasta julio, pero los efectos ya se sienten.
El caso más delicado es el de China. Tras una serie de represalias mutuas, ambas potencias llegaron a un acuerdo temporal para reducir los aranceles, pero las cadenas de suministro ya estaban afectadas.
Según la economista jefe de KPMG, Diane Swonk, “el empleo manufacturero sufre por el aumento en los costos de insumos y las disrupciones en la cadena de suministro. Al menos un fabricante de vehículos tuvo que detener su producción en la primera mitad de mayo; eso recuerda lo vivido durante la pandemia”.
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Presión sobre la Reserva Federal
La Reserva Federal ha empezado a bajar lentamente las tasas de interés desde los niveles altos en que se mantuvieron durante los últimos años para controlar la inflación. Pero ha optado por una postura cautelosa, esperando que los precios bajen de forma sostenida antes de hacer recortes más drásticos.
Para Trump, sin embargo, los datos de empleo son motivo suficiente para exigir una acción inmediata. En su lógica, una baja en las tasas aligeraría los costos de endeudamiento, estimularía el consumo y el empleo, y podría servir de impulso político en un momento en que su popularidad enfrenta altibajos.
Un juego arriesgado
Analistas coinciden en que el presidente Trump está jugando una partida compleja. Por un lado, defiende su política arancelaria como una forma de proteger la industria nacional y de negociar desde una posición de fuerza. Por otro, necesita que la economía no se desacelere.
Pero los datos no mienten: menos empleo, salarios estancados y fábricas paradas no son señales que entusiasmen a los ciudadanos. Y aunque la Reserva Federal actúe, los efectos de los aranceles podrían seguir pesando.
Existe otro factor de presión: el tema fiscal. A pesar el esfuerzo por recortar gastos, la tarea no ha tenido final feliz y esto genera presiones adicionales en dos frentes: tasas de interés en los mercados de capitales y presión adicional sobre los precios.
Una advertencia silenciosa
Mientras los expertos esperan los datos oficiales del Departamento de Trabajo, que se publicarán el viernes, el informe de ADP se convierte en un termómetro anticipado de una economía que podría estar perdiendo tracción. Para los latinos y otros grupos vulnerables, esta desaceleración es aún más crítica: suelen estar sobrerrepresentados en sectores como manufactura, servicios, transporte y hospitalidad, justo los más impactados.
El dilema está sobre la mesa: ¿puede Trump sostener su guerra comercial sin comprometer la estabilidad del empleo? La respuesta todavía está en juego.
Con información de AFP
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