
Trump y Petro: los polos opuestos que se acercan
El presidente estadounidense y el mandatario colombiano comparten una forma de ejercer el poder basada en el culto al líder y la posverdad.
Cuando se piensa en Donald Trump y Gustavo Petro, la primera reacción suele ser destacar sus diferencias: uno, magnate inmobiliario, estrella de reality show y líder de la derecha populista estadounidense; el otro, exguerrillero del M-19, economista y figura emblemática de la izquierda latinoamericana. Sin embargo, más allá del espectro ideológico, ambos presidentes comparten una serie de rasgos y estrategias que los colocan en una misma lógica política: la del populismo confrontacional y la posverdad como herramienta de gobierno.
Un repaso a los 7 rasgos comunes entre estos dos líderes políticos y actuales presidentes.
1. Outsiders que desprecian el sistema
Trump y Petro construyeron su capital político posicionándose como extranjeros dentro del poder, figuras que vienen a sacudir los cimientos de un sistema corrupto y decadente. Trump prometió “drenar el pantano” de Washington; Petro habla de “romper con 200 años de oligarquía”.
Ambos se presentan no como líderes de una administración, sino como revolucionarios que luchan contra el orden establecido.
2. La figura del líder como centro absoluto
Tanto en el caso de Trump como en el de Petro, la política gira en torno a su figura. Se rodean de leales más que de expertos, concentran decisiones clave en sus manos y rechazan cualquier forma de disenso como traición.
Trump tiene su universo MAGA (“Make America Great Again”); Petro, su “Gobierno del Cambio”. En ambos casos, se construye una narrativa donde el líder es el único que puede interpretar correctamente los intereses del pueblo.
3. Medios enemigos, redes amigas
Ambos presidentes mantienen una relación tensa —cuando no abiertamente hostil— con los medios de comunicación tradicionales. Trump convirtió a CNN, The Washington Post y The New York Times en blanco de sus ataques sistemáticos. Petro ha hecho lo mismo con medios colombianos como El Tiempo, Semana o RCN, a quienes acusa de manipulación y sabotaje.
En contraposición, utilizan las redes sociales como canal directo de comunicación con sus bases, eludiendo filtros editoriales y desacreditando cualquier crítica como parte de una campaña de desinformación en su contra.
4. Polarización como motor
Trump y Petro gobiernan a partir del conflicto. Necesitan de un “otro” al que enfrentar para consolidar su legitimidad. En Estados Unidos, Trump alimentó la división entre los “verdaderos patriotas” y los “enemigos del pueblo” —medios, inmigrantes, liberales, burócratas. Petro, por su parte, ha trazado una línea entre el “pueblo digno” y las élites corruptas que, según él, buscan impedir cualquier transformación real.
Ambos fomentan un clima de indignación permanente, donde el consenso es visto como claudicación y el diálogo como traición.
5. Instituciones bajo sospecha
Los dos presidentes han sostenido choques constantes con los poderes judiciales y organismos de control. Trump cuestionó la legitimidad de jueces, fiscales y, finalmente, del sistema electoral. Petro ha tenido enfrentamientos con la Fiscalía, la Procuraduría y la Corte Constitucional, acusando a varios de estos entes de obstruir su agenda de reformas por intereses políticos o económicos.
CONTENIDO RELACIONADO
Para ambos, las instituciones no son contrapesos legítimos, sino obstáculos a superar o enemigos que desenmascarar.
6. Mucha narrativa, poca ejecución
Trump prometió construir un muro que pagaría México, repatriar industrias, reformar el sistema de salud… y dejó muchos de esos compromisos sin cumplir. En su nueva administración, hace grandes anuncios que luego echa para atrás sin mayores explicaciones. Petro llegó con una ambiciosa hoja de ruta: transición energética, reforma agraria, salud universal, paz total. Pero la mayoría de sus promesas han chocado con la realidad administrativa, legislativa o técnica.
Ambos líderes se destacan más por su capacidad de generar narrativas que por su eficiencia para implementarlas.
7. La verdad como instrumento político
El rasgo más inquietante que une a Petro y Trump es su relación instrumental con la verdad. Ambos manipulan datos, exageran, omiten o directamente mienten para sostener su relato político. En el caso de Trump, la mentira fue cotidiana: desde el número de asistentes a su toma de posesión hasta su negación del COVID-19 y la insistencia en que ganó las elecciones de 2020.
Petro, aunque con un estilo más elaborado, también ha hecho de la posverdad una herramienta recurrente. Uno de los ejemplos más claros es su manejo del debate sobre la reforma al sistema de salud. El presidente ha sostenido sin evidencia que las EPS son responsables de la muerte de miles de personas, que operan como mafias y que el sistema actual no cumple ninguna función. Ignora cifras oficiales, desacredita estudios técnicos y acusa a los críticos de defender intereses económicos oscuros.
En lugar de generar consensos, Petro ha preferido profundizar la confusión, alimentando una narrativa emocional en la que él es el único defensor del pueblo contra los mercaderes de la salud.
La coincidencia entre Trump y Petro no es de doctrina, sino de método. Ambos entienden la política como una guerra cultural donde no hay matices, solo aliados o enemigos. Gobernar, para ellos, es mantener viva la llama del conflicto, desafiar la institucionalidad y moldear la verdad para que se ajuste a su causa.
En un mundo marcado por la desinformación, el desgaste de la democracia y la hiperconectividad, Petro y Trump representan una nueva forma de liderar: una que se aleja del diálogo, desacredita a los expertos y convierte al líder en único intérprete legítimo de la voluntad popular.
Y aunque sus banderas sean distintas, su forma de ondearlas revela un inquietante parecido.
DEJE UN COMENTARIO:
¡Únete a la discusión! Deja un comentario.