Cristina Pimiento
La actriz hizo el anuncio en su cuenta de Instagram. Es la primera actriz colombiana en lograr este honor (Foto tomada de su cuenta de Instagram).

Cristina Pimiento, al lado de Marlon Brando y Al Pacino

Se ha convertido en la primera actriz colombiana a la que se concede la condición de miembro vitalicio de The Actors Studio.

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En 2009, mientras caminaba por las calles de Manhattan, Cristina Pimiento se detuvo frente a un edificio discreto en el 432 de la calle 44 Oeste. Era la sede del legendario Actors Studio. A simple vista, era solo una fachada de ladrillo rojo con una marquesina modesta. Pero para ella, aquel lugar contenía algo más. “Sentí una alegría y una certidumbre”, escribió recientemente en su cuenta de Instagram, “que algún día yo pertenecería a su lista de actores miembros”.

Esa intuición, casi un presentimiento adolescente, se convirtió quince años después en una noticia concreta: Cristina fue aceptada como miembro vitalicio del Actors Studio, una de las instituciones más influyentes en la historia de la actuación en Estados Unidos. Solo seis o siete actores logran entrar cada año, entre más de mil postulantes. La membresía no se compra ni se estudia: se gana en escena, frente a un comité exigente que juzga talento, disciplina y profundidad emocional.

Para Pimiento, nacida en Colombia y formada inicialmente en administración de empresas, el camino hasta ese escenario ha sido largo, constante y por momentos silencioso. Fue en las telenovelas colombianas de comienzos de los 2000 donde muchos la conocieron. Catalina Zuleta, su personaje en Amor a la plancha, le valió el India Catalina a Actriz Revelación en el Festival de Cine de Cartagena en 2004. Luego vinieron Te voy a enseñar a querer, El capo, Pablo Escobar, el patrón del mal, entre otras producciones que le dieron visibilidad nacional.
 

 

Instalada en Nueva York desde hace varios años, Pimiento ha seguido una ruta diferente a la de muchos colegas latinos que buscan visibilidad inmediata en Hollywood. La suya ha sido una apuesta más introspectiva, menos mediática, pero profundamente comprometida con el oficio. Ha participado en montajes independientes, explorado la dramaturgia contemporánea y mantenido una formación constante.

Su ingreso al Actors Studio no es un punto final, sino un nuevo comienzo. La membresía no garantiza papeles ni contratos: garantiza acceso a un espacio donde los actores se encuentran a trabajar, ensayar, equivocarse, corregirse. Es un gimnasio creativo, una comunidad cerrada, un lugar donde la actuación se trata con la misma seriedad con la que un músico estudia su instrumento o un cirujano repasa su técnica.

En su publicación, Cristina escribió: “Yo lo vi, lo sentí y hoy mi alma celebra este sueño cumplido”. No hay exageración ahí. En un mundo donde los aplausos suelen premiar la inmediatez, ella eligió otra ruta: la del trabajo paciente, la del compromiso silencioso, la del arte entendido como vocación. Desde esta semana, esa ruta la lleva, oficialmente, al lugar donde Marlon Brando una vez dejó caer un susurro y cambió la historia del cine.