El pasado 12 de mayo, un accidente vial en Jundiaí, Brasil, provocó un desastre ecológico sin precedentes. Un camión que transportaba cinco tanques de 1.000 litros de colorante azul volcó en una autopista cercana al Jardín Botánico de la ciudad, a 75 kilómetros de São Paulo. Dos de los tanques se vaciaron completamente en el Lago de las Tulipas, tiñendo de azul intenso sus aguas y afectando gravemente la fauna local.

El colorante, destinado a la industria de envases, contenía ácido acético, un compuesto orgánico presente en el vinagre. Aunque las autoridades locales, como el coronel João Gimenez de la Defensa Civil de Jundiaí, señalaron que el producto no es altamente tóxico y que el lago podría recuperar su estado natural en poco tiempo, los efectos inmediatos fueron devastadores.

La ONG Mata Ciliar, encargada del rescate de animales, informó que los peces murieron instantáneamente al entrar en contacto con el colorante debido a una caída abrupta del pH del agua. Además, aves, capibaras y otros animales quedaron teñidos de azul. Algunos fueron rescatados y sometidos a baños de desintoxicación con carbón activado, pero muchos aún permanecen en el área afectada.

Este incidente resalta la fragilidad de los ecosistemas ante accidentes industriales y la necesidad de revisar las normativas sobre el transporte de sustancias químicas. Aunque el colorante derramado es menos peligroso que otros compuestos, su impacto en la biodiversidad del Jardín Botánico de Jundiaí ha sido significativo.

Las autoridades continúan monitoreando la situación y trabajando en la recuperación del ecosistema. Se espera que en las próximas semanas el lago recupere su color y acidez normales, pero el incidente deja una lección sobre la importancia de la prevención y la respuesta rápida ante desastres ambientales.